jueves, 13 de noviembre de 2008

La Vida en la Colonia de Santo Domingo al Inicio del Siglo XIX

Al llegar el nuevo siglo, en la colonia española de Santo Domingo se vivía la tensión de que ésta había sido cedida a Francia con el Tratado de Basilea, y que el General Toussaint Louverture, de la colonia francesa vecina, pretendía ejecutar el tratado y ocupar la parte Este de la isla.

La población de la colonia española no era muy numerosa, a pesar de que se había incrementado con las inmigraciones de familias canarias. Santo Domingo y Santiago tenían los núcleos urbanos más poblados. En el norte, Puerto Plata y Montecristi eran las poblaciones con más habitantes. Y en la zona fronteriza, las poblaciones de Las Matas de Farfán y las Caobas tenían numerosos habitantes. El resto de la isla estaba escasamente habitada, y la mayoría de los colonos vivían en las zonas rurales.
Los pocos caminos que llevaban de un pueblo a otro eran malos y difíciles de transitar. El terreno montañoso dificultaba la comunicación entre las regiones de la colonia. Para viajar de Santo Domingo a Puerto Plata se prefería dar la vuelta en goleta por mar. Las ciudades y pueblos tenían calles rectas, pero en su mayoría sin pavimentar, por lo que los vecinos les echaban agua varias veces al día para evitar el polvo que levantaban las carretas y caballos al pasar. El pueblo se construía alrededor de una plaza (al que hoy conocemos como parque), frente al cual se levantaba la iglesia parroquial del lugar y las edificaciones del gobierno. También su alrededor, o en su cercanía, se encontraban las casas de los vecinos principales de la población. En las ciudades principales existían casas de piedra o ladrillo, en especial en las zonas viejas de la ciudad (del siglo XVI). Las demás casas eran de madera. Las más ricas construidas con finas maderas y bien techadas en tejas; las más pobres, en tablas de palma, cobijadas con cana.
La mayoría de los colonos eran criollos, nacidos en esta colonia, por muchas generaciones. Se llamaban a sí mismos dominicanos. Habían pocos blancos españoles, pero también pocos negros esclavos; la población criolla era principalmente mulata. Eran pobres, no tenían tierras, y vivían del trabajo que hacían para los pocos propietarios ricos que tenían distribuido el territorio de la colonia para sí. Estas tierras estaban dedicadas en su mayoría a la crianza de ganado vacuno (hatos).
Existía la esclavitud; en especial en los pocos ingenios que se ubicaban en la región sur de la colonia, por las zonas de los ríos Isabela, Haina, Nigua y Nizao. Los esclavos de los hatos se trataban de manera más suave, y a muchos de ellos se les concedía la libertad con facilidad. La esclavitud de tipo doméstica y patriarcal que se practicaba en esta colonia provocó que el esclavo no intentara escapar a la colonia vecina de Saint Domingue cuando ésta proclamó la libertad de los esclavos.

Los colonos dominicanos eran católicos, pero influidos por creencias populares. Existía el matrimonio religioso, sin embargo el concubinato era común entre la población y aceptado en los círculos sociales más altos. Las mujeres vestían faldas anchas negras, generalmente al tobillo (cosa considerada muy corta en la época), usaban una mantilla o manto grande en la cabeza hasta los hombros, con el pelo recogido. El zapato común era un botín que subía hasta el tobillo. Los hombres usaban un pantalón blanco con camisa de hilo de batista y una chaqueta blanca encima. Muchos utilizaban una capa azul y se anudaban un pañuelo en la cabeza, que cubrían con un sombrero negro. En el campo solo usaban el pantalón y la camisa, con el paño en la cabeza y sombrero de paja.
Se vivía una vida sencilla, sin lujos. El mobiliario de las casas era escaso, y en su mayoría relacionado con la vida religiosa (crucifijos, cuadros y estatuillas de santos, etc.), tenían relojes, lámparas de gas y candelabros para velas. Los muebles eran escasos; mesas y sillas forradas en cuero, camas de caoba o hierro con colchones de guata. En el campo las sillas se tejían con bejucos y guano, y las camas de tablas se cubrían con colchones de hojas de plátanos secas. Una siesta en una hamaca se disfrutaba tanto en el campo como en la ciudad.
En los valles y llanuras de la colonia española se criaba ganado, que era el principal renglón económico de la colonia. Los hatos se ubicaban en los llanos del Este; todo el valle de San Juan de la Maguana, que se extendía por el Oeste hacia Las Caobas, Bánica hasta San Rafael (hoy en Haití); y por el Norte en los llanos costeros desde Puerto Plata hasta la frontera, bajando por la zona fronteriza en la línea noroeste. En la zona rural alrededor de la ciudad de Santiago, en el valle del Cibao, se cosechaba tabaco. En el Sur, como se dijo antes, había plantaciones de caña, donde funcionaban algunos ingenios de azúcar. Otros productos se sembraban en menor cantidad, como el café y el cacao. Los conucos de víveres y plátanos existían a todo lo largo de la colonia; de ellos salían los alimentos de consumo diario de la población criolla, a la que se sumaba la carne y otros productos que se consumían de la crianza local de gallinas y cerdos.
Luego del Tratado de Basilea, España había concedido a los colonos de Santo Domingo que quisiesen emigrar a otras colonias de América el derecho de embarcarse. También había dado orden al gobernador don Joaquín García Moreno de prepararse para salir y sacar las pertenencias del gobierno (archivos, etc.) a la colonia de Cuba. El Arzobispo y gran parte del clero salieron en 1798. Para esa fecha Francia envió a Santo Domingo varios comisionados tratando de controlar el creciente poder que había adquirido Toussaint Louverture en la colonia de Saint Domingue, pero habían fracasado en su misión. En 1800 el mando en el gobierno de la colonia de Santo Domingo era inestable. El gobernador español Joaquín García quería entregar para abandonar la isla con lo poco que quedaba de su gobierno, pero el comisionado francés, General Antonio Chanlatte, tenía órdenes de esperar las tropas especiales francesas. Toussaint ejercía presión queriendo tomar posesión del territorio del Este, lo que trataba de impedir el comisionado francés. Sin embargo, para enero de 1801, Toussaint marchaba con un ejército sobre la colonia de Santo Domingo. Entró por el Sur, y en cuestión de días tomó las plazas de Azua, Baní, combatió en las cercanías de río Nizao, y llegó victorioso a la ciudad de Santo Domingo, donde firmó la capitulación el 26 de enero de 1801.
Así terminó el gobierno de la potencia española sobre su pequeña colonia en el Caribe. El nuevo siglo trajo cambios drásticos a la isla. El Siglo XIX inauguraba nuevas ideas, modos diferentes... se auguraban cambios.

Rodríguez Demorizi, Emilio. La Era de Francia en Santo Domingo. Ciudad Trujillo, Editora del Caribe, 1955.
Cruz Méndez, Manuel. Santo Domingo a Fines del Siglo 18. Santo Domingo, Editora Universitaria, 1999.
Moya Pons, Frank. Manual de Historia Dominicana. Santiago, Universidad Católica Madre y Maestra, 1978.

1 comentario:

Unknown dijo...

ESTA SUPER PERO LES SUGIERO:QUE LO HAGAN MAS MODERNO AL ESTILO DEL SIGLO XXI OSEA ¡¡¡¡¡¡